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Empresarios y gremios, en pie de guerra por acuerdo Mercosur-Unión Europea: temen el golpe a la industria nacional

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Empresarios y gremios, en pie de guerra por acuerdo Mercosur-Unión Europea: temen el golpe a la industria nacional

Empresarios y gremios, en pie de guerra por acuerdo Mercosur-Unión Europea: temen el golpe a la industria nacional
abril 16
12:00 2018

Para el macrismo, la firma de un TLC entre ambos bloques es uno de los objetivos más anhelados. Voces a favor aseguran que habrá más exportaciones e inversiones. Pero sindicatos y referentes de sectores como el textil, autopartista y siderúrgico, alertan por daños irreversibles al sector productivo.

Para el Gobierno es casi un hecho: el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea está a la vuelta de la esquina.

Esa negociación enmarañada y que parecía lejana está a un paso de convertirse en realidad, según dejó traslucir el propio canciller Jorge Faurie, quien dijo que las conversaciones para la firma del ambicioso TLC van «a gran velocidad». 

«Estamos en las puertas» del acuerdo, afirmó el funcionario, quien agregó que de esta manera se pondría un broche tras casi dos décadas de diálogos, marchas y contramarchas.

El pacto conformaría una «autopista» comercial que daría acceso a un mercado de más de 500 millones de consumidores y que explica el 28% del PBI mundial.

Un pacto que, bajo la óptica del macrismo, será pura ganancia. 

Sin embargo, desde sindicatos hasta cámaras empresarios de numerosas ramas de actividad están plantándose frente a lo que consideran será un acuerdo que terminará por afectar a la industria nacional. 

La clave está en que el TLC que se está negociando establecería que el equivalente al 87% de las importaciones totales que realiza el Mercosur desde el bloque europeo, pasarían a entrar sin aranceles, en función de un cronograma de desgravación paulatina que se implementará y que se completaría en un plazo total de entre 10 a 15 años, según lo que finalmente se negocie.

Desde el Gobierno defienden el acuerdo contra viento y marea, dado que sería el corolario de la política de reinserción de la Argentina en el mundo.

Esto permitirá, según las proyecciones del Gobierno, que las ventas totales nacionales a ese bloque alcancen en 2025 los u$s113.560 millones, un alza del 63% en diez años.

En tanto, prevén un salto del PBI nacional del 33% en ese período, hasta losu$s823.000 millones. 

Los funcionarios suman otros beneficios de abrir la tranquera con Europa, como la reducción de costos para importar insumos y bienes de capital, un impulso a la exportación de servicios más puestos de trabajo como consecuencia del incremento en el volumen de ventas a ese bloque.

En este sentido, señaló que en 2017 la OMC registró 445 acuerdos de vinculación comercial entre países de todo el mundo, con una cifra que crece año a año.

“Para Argentina en particular, se trata de una oportunidad de mejorar el acceso a inversiones y aprovechar un mercado que puede deparar mejores oportunidades aun siendo exigente”, planteó el experto.

Por su parte, Miguel Ponce, ex subsecretario de Industria, afirmó que “es un tema controvertido. Tiene un costado muy positivo, que implica abrirnos a un mercado de 500 millones de consumidores”. 

“Además, necesitamos integrarnos inteligentemente al mundo. Chile, por ejemplo, tiene acuerdos con el 80% del PBI mundial y nosotros, apenas con el 9%. Es obvio que hay que ir a una apertura más profunda”, sostuvo.

El problema, según el experto, es que “esto claramente dejará ganadores y perdedores» 

«Hay que buscar la forma de proteger sobre todo a las Pymes que más pueden verse afectadas por ese acuerdo”, planteó.

Gremios, en contra de un TLC

Pese a los beneficios planteados por el Gobierno, los sindicatos están en alerta y no creen en que todas estas bondades se terminen plasmando en la realidad.

Por el contrario, alertan que un TLC con un bloque económico más competitivo y con mayor escala, terminará hundiendo a las industrias locales. 

Es más: organizaciones gremiales del Mercosur y también de la propia UE firmaron en febrero un documento conjunto –que entregaron a los negociadores de ambos bloques- en el que alertaron que el acuerdo, en función de las condiciones que se están pactando, «perjudicará a los países de menor desarrollo», tanto a nivel industrial como laboral. 

Luego de ese encuentro, desde la CTA -que formó parte de la cumbre-, alertaron sobre «el impacto negativo que este acuerdo tendrá para la producción en general, y para ciertas ramas estratégicas, concluyendo que la firma de este acuerdo es la sentencia de muerte de nuestra industrianacional».

Preocupación por el empleo

En este contexto, un trabajo del Observatorio de Empleo, Producción y Comercio Exterior alerta que el TLC entre ambos bloques provocará la pérdida de 186.000 puestos de trabajo en el sector industrial argentino.

Esto sería consecuencia del «abaratamiento de los productos europeos en el mercado regional, lo que desplazaría a la producción local destinada al mercado interno, y también a las exportaciones argentinas en el mercado brasileño». 

Según esta estimación, las principales ramas de actividad afectadas en términos absolutos serían:

Metalmecánica, que perdería 48.000 puestos

Textilcalzadomuebles y marroquinería, que sufriría una caída de 47.00 empleos.

Autopartista, con una baja estimada de 32.500.

Química, con una caída proyectada de 19.000 empleos.

Terminales automotrices, con una contracción de 9.500.

«Ramas con larga tradición en el país y que suelen estar asociados a empleos de mayor calificación se verían fuertemente desintegradas ante una apertura total frente a la UE», advirtieron desde el Observatorio.

Industria, en alerta

Desde la Unión Industrial Argentina también vienen poniendo reparos al acuerdo. 

En una cumbre realizada recientemente con sus contrapartes de Brasil, Paraguay y Uruguay, la entidad comandada por Miguel Acevedo alertó que la negociación debe contemplar un «trato especial y diferenciado» en favor de la «parte firmante menos desarrollada»; es decir, el Mercosur.

La UIA pide que se mantenga la prioridad a las empresas locales en las licitaciones y contrataciones públicas; que los plazos de desgravación arancelaria de bienes se extienda y que haya garantías de mayor control en la certificación de origen, que impida que ingrese, desde puertos europeos, mercadería triangulada de origen asiático. 

En diálogo con iProfesional, Ariel Schale, director ejecutivo de la Fundación ProTejer, señaló que “lo que hay que evitar es que un eventual TLC beneficie a terceros países, porque Europa es una zona de riesgo importante en términos de comercio desleal, con puertos de difícil funcionamiento, como el de Nápoles, en Italia”.

“Se necesita mucho control para que la producción local textil no se vea afectada”, sostuvo.

“No tuvimos acceso a lo que se estuvo discutiendo en las últimas reuniones, pero estimamos que el período fijado va a ser menor, lo que nos preocupa”, afirmó un referente de la actividad.

Sin embargo, el mayor miedo es a la entrada masiva de componentes asiáticos. Sucede que, en la actualidad, los países del Mercosur pueden ingresar un auto con hasta un 40% de piezas importadas. El 60% restante, si el vehículo viene de Brasil, deberán ser autopartes del bloque.

Desde el sector agregaron que la otra amenaza es que “el día de mañana perdamos inversiones, porque vamos a tener que competir con un bloque en el que hay otras reglas de juego más claras, baja inflación y costos laborales más bajos”.

Schale coincidió en este punto: “Tenemos un sector industrial, en general, con una eficiencia sectorial de clase mundial. El problema es que estamos en una economía no competitiva. Por eso, hasta los alimentos salen más caros aquí que en otros países”.

“Entonces, el riesgo es abrirse al mundo y entregar el mercado de bienes industriales a empresas del exterior cuando todavía no resolvimos cuestiones centrales como el alto costo del capital, las elevadas tasas de interés, la tasa de inflación, el costo de la logística o el valor de la energía”. 

En paralelo, desde la Cámara de la Industria del Acero, alertaron que existe un fuerte desequilibrio de capacidades instaladas: en la UE es de 229 millones de toneladas, casi 4 veces más que en el bloque regional.

Al igual que otros sectores, plantean que será clave no otorgar beneficios a terceros países por fuera de ambos bloques, como plantean los negociadores europeos, lo que podría afectar a la producción y el empleo en la región.

En tanto, desde la Federación Olivícola Argentina (FOA) advirtieron que, el hecho de que puedan reducirse los aranceles de importación a países del Viejo Mundo -que son fuertes productores de aceite de oliva-, provocaría la «desaparición a la industria nacional, con el efecto directo de pérdida de miles de puestos de empleo, afectando a su vez a muchas industrias proveedoras”. 

Según la entidad, hay unas 40.000 familias que dependen, directa e indirectamente, de esta actividad. 

¿Hacia la commoditización? 

Los críticos al acuerdo, como el Observatorio del Empleo, plantean que el TLC es un camino hacia la «commoditización» de las exportaciones nacionales y que las facilidades con las que contarán las empresas europeas para ingresar al mercado interno, afectará a los entramados productivos.

«El diseño del acuerdo reforzaría la tendencia hacia la especialización de la economía argentina en productos de bajo valor agregado de origen agropecuario y la importación de productos manufactureros de alto contenido tecnológico, con un claro impacto en la calidad el empleo generado», señalaron.

Desde el Gobierno no niegan que el mayor interés es potenciar las exportaciones de alimentos, donde el país cuenta con grandes ventajas competitivas. 

De hecho, el informe oficial sobre la negociación plantea que casi 8 de cada 10 dólares que se exportan a ese bloque son productos agrícolas, y que el TLC permitirá que el 82% de esos productos ingresen con arancel cero, lo que potenciaría aun más las exportaciones.

Un dato es que, cuando era presidente de la Sociedad Rural, Miguel Etchevehere defendió de manera vehemente un pacto con la UE. 

«A esta altura tenemos que saber qué nos conviene y qué no. Y nos conviene tener acuerdos comerciales con muchos países del mundo», afirmaba en momentos en que lideraba la entidad.

En este punto, Ponce afirmó que las economías regionales, fundamentalmente vinculadas con exportaciones primarias y la cadena agroindustrial serán las más beneficiadas ante un eventual TLC con la UE. 

Pero habrá perdedores o sectores que pueden verse corridos, como la industria textil, la del calzado y otras intensivas en mano de obra. 

Por eso, consideró que “debemos levantar una bandera de defensa a las Pymes”. 

“Estoy a favor de un acuerdo, pero junto con programas que permitan la reconversión de los sectores, en el tiempo adecuado y manteniendo ciertos niveles de protección para las Pymes, que son las grandes generadoras de empleo”, completó.

Fuente: iProfesional


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