Estudian la toxicidad del suelo matancero para ayudar a los huerteros
Investigadores de la Universidad Nacional de La Matanza analizan la superficie agrícola del partido más populoso de Buenos Aires, ante la posible contaminación por metales pesados, y evalúan el compost que utilizan los huerteros como remediador.
Agencia CTyS – En los sitios periurbanos próximos a los grandes centros, los agricultores familiares producen cultivos para autoconsumo en pequeñas huertas en sus casas, pero la posible contaminación de esos suelos pone en riesgo la calidad de los productos y así la salud de los que los consumen. Entre las contaminaciones más comunes en estas áreas se encuentra la presencia de metales pesados, originados en la polución debida al tránsito y la actividad fabril.
Una práctica frecuente en la agricultura familiar es la elaboración de compost. El compostaje es una técnica utilizada para convertir residuos orgánicos en abono rico en nutrientes. Así, para mantener el suelo en condiciones favorables para la agricultura, los huerteros podrían utilizar el compost que ellos mismos produzcan.
La toxicidad de los metales pesados, como cromo, cadmio y plomo, puede causar problemas en la salud humana y animal. Estos contaminantes son bioacumulables en el organismo, es decir, no se excretan sino que quedan acumulados en diferentes órganos vitales. Además, producen daños persistentes al ambiente, debido a que no se degradan.
Los investigadores de la cátedra de Química General de la Universidad Nacional de La Matanza estudian las características del suelo de la periferia del partido de La Matanza para conocer el posible nivel de toxicidad del suelo. Además, evalúan si el compost funciona para detener el ingreso de metales pesados en los cultivos y en qué proporción.
En diálogo con la Agencia CTyS, la Ingeniera Agrónoma Alejandra de los Ríos cuenta que “la idea es ver si el agregado de compost actúa atrapando o inmovilizando los metales pesados impidiendo que éstos pasen a las plantas”.
Al respecto, Mario Clozza, Ingeniero Agrónomo y responsable de la investigación precisa: “El compost es materia orgánica que presenta sustancias que pueden absorber e inmovilizar esos metales pesados. Entonces, al no quedar disponibles en el agua del suelo no serán incorporados por las plantas. Los metales pesados quedan en el suelo pero las plantas no los absorben”.
Si bien el compost puede minimizar el ingreso de metales pesados a las plantas, si se lo utiliza en grandes concentraciones durante la siembra puede impedir el proceso de germinación de la semilla. “El agregado de compost puede ser bueno para una cosa y malo para otra. En los experimentos agregamos compost en distintas proporciones para determinar cuánto es recomendable poner en una huerta. Luego, vemos en qué medida ese compost comienza a ser perjudicial para la germinación”, advierte Clozza.
Para medir el nivel de incidencia de los metales pesados, los investigadores analizaron en una primera etapa variables físico-químicas de compost y suelo. Durante los experimentos, se colocaron a germinar en cajas de Petri semillas de rabanito, rúcula y caléndula.
En la segunda fase del estudio se contactarán con los agricultores para trabajar en forma conjunta. Tomarán muestras de su suelo y analizarán sus propiedades. “La idea es que los agricultores familiares matanceros conozcan las características del suelo en el cual producen, dispongan de una herramienta útil, como es el compost, y sepan en qué concentraciones utilizarla”.
Fuente: El1 digital
