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El diálogo social y las relaciones laborales

 Gestión de Gobierno

El diálogo social y las relaciones laborales

El diálogo social y las relaciones laborales
diciembre 10
18:00 2015

El director de la oficina de la OIT en la Argentina manifestó en la presentación de un informe que el desarrollo social del país “era casi inédito y un modelo para el mundo”.

El 2 de diciembre último en el Ministerio de Trabajo de la Nación, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentó la edición impresa con los resultados de las experiencias de diálogo social en la Argentina durante el período 2003-2015 a partir de los institutos tripartitos que intervinieron en la definición de políticas de ingresos, formación profesional, equidad de género y combate al trabajo infantil, retrató Tiempo Argentino.

En las primeras frases del prólogo la publicación expresa que “el diálogo social resulta imprescindible para poder desarrollar los ejes esenciales de su Programa de Trabajo Decente, promover empleos de calidad, un sistema de protección social más extenso e inclusivo y garantizar las normas fundamentales del trabajo”.

Para la OIT, “el diálogo social pasa a configurar un elemento central de las sociedades democráticas” y las organizaciones legítimas de trabajadores y empresarios, que participan en el diálogo y la negociación colectiva aportan una tradición a la paz social basada en negociaciones libres y en la conciliación de intereses conflictivos”.

Pedro Furtado de Oliveira, director de la Oficina de País de la OIT para la Argentina, al inaugurar el panel destacó la acción del gobierno argentino durante los últimos 12 años que hizo posible la instauración del diálogo social. En ese contexto se promovió el trabajo decente y se impulsó el salario real de los trabajadores argentinos y el desarrollo de la industria nacional. En un momento de su exposición afirmó que cuando estaba en la sede de la OIT en Ginebra, recorrió diversos países, circunstancia que le permitía afirmar sin temor a equivocarse que el desarrollo social que había encontrado en la Argentina era casi inédito y un modelo para el mundo.

Esta definición contrasta con las permanentes acusaciones de autoritarismo y falta de diálogo por parte del gobierno nacional que los medios concentrados de información masiva diseminaron durante estos años en sus audiencias. A la vez nos permite constatar la falacia argumentativa de los grupos dominantes periodísticos dominantes mediante un relato que tergiversa los hechos y encubre la defensa de sus propios intereses. Esos grupos entienden que un gobierno de diálogo es aquel que se alinea con la defensa de sus intereses y no con el bien común de la sociedad. Los ámbitos de ese diálogo no son otros que los set de la televisión. En una democracia social, en cambio, los lugares de diálogo son institucionales y sus interlocutores son actores colectivos como la clase obrera representada generalmente por sindicatos y los empresarios agrupados en cámaras. Es en ese diálogo, que se suma al que se lleva adelante en el Parlamento cuando se debaten las leyes, donde se fortalece la democracia de un país con “justicia social, soberanía política e independencia económica”.

Por ello, el documento resalta que a partir del año 2003 la Argentina vivió un giro fundamental e histórico en la dinámica de sus relaciones laborales. Puso como ejemplo las Negociaciones colectivas por salarios y condiciones de trabajo (paritarias), el Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo Vital y Móvil y la Comisión Nacional del Trabajo Agrario. Agregó la Paritaria Nacional Docente creada en el 2007 y las mesas tripartitas de Formación Profesional.

El estudio que sirve de base al documento de la OIT indica que “en la Argentina el Diálogo Social adquirió un vigor particular que solo puede entenderse teniendo en cuenta un factor clave: el impulso que le dieron los gobiernos de los presidentes Néstor y Cristina Kirchner a través de una política económica que priorizó el crecimiento económico, la reindustrialización y la generación de empleo en la economía real –y por lo tanto, sentó las bases para que los sectores productivos, fortalecidos, discutan su rol y retribuciones en el nuevo escenario- y en particular, a través de la acción decisiva del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social como agente instaurador y coordinador de las diferentes instancias de diálogo.

Trampas del diálogo

La posición de la OIT nos permite inferir que en otro contexto el diálogo social podría caer en lo que llamaríamos “trampas del diálogo”. Veamos algunas de estas trampas que podrían presentarse en caso de que el gobierno que se inicia el 11 de diciembre decida modificar las condiciones en que se ha desarrollado desde el año 2003 el diálogo social institucionalizado.

Prescindencia del Estado. Ello generaría ausencia de mediación lo que modificaría la dialéctica de la resolución del conflicto a través de la negociación por una lógica de enfrentamiento que podría derivar en la defección de un sector renunciando a sus intereses legítimos o en la ruptura de la paz social. En tal sentido, José Luis Espert, reconocido economista de Macri, aseguró que “es el empresario el que debe negociar con el sindicato cuando quiera los salarios que quiera. El estado no tiene por qué meterse.”

Presencia del Estado poniendo límites a la negociación salarial. Sobre esta cuestión son preocupantes las declaraciones de Jorge Triaca, designado Ministro de Trabajo por Macri, quien anticipó su intención de que las paritarias se discutan por productividad; propuesta que ya generó reacciones negativas por parte de varios dirigentes gremiales.

Implementación por parte del Estado de políticas macroeconómicas que deterioren el empleo y el salario. Si nos atenemos a los anticipos de campaña del presidente electo y sus asesores económicos, es posible vislumbrar un cambio de paradigma económico donde el equilibrio fiscal y la apertura externa reemplazarían como prioridades al crecimiento económico, la reindustrialización y la generación de empleo. En tales condiciones se produciría un debilitamiento de la representación obrera ante una nueva realidad en la que el desempleo podría ser un elemento disciplinador del salario de los trabajadores.

Si se dieran estas “trampas del diálogo”, seguramente la OIT ya no podrá presentar al diálogo social en la Argentina como un ejemplo a seguir, aunque los medios concentrados se cansen de alabar al nuevo gobierno por su actitud de diálogo y lo presenten como modelo para los gobiernos democráticos.

Fuente: InfoNEWS


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